sábado, 30 de enero de 2010

Michael Moorcock cumple 70 años ( IV, antología de textos y algunas vivencias)

Este fue el primer libro de Michael Moorcock que leí, cuando aún estaba en la Universidad. Tal vez sea el más leído de su autor, y no sólo por ser de los mejores sino por constituir oficialmente el inicio de la saga dedicada a su personaje más destacable, Elric: esto es, no el primer libro publicado del ciclo, sino el arranque de la biografía del personaje (1972).
En aquel momento el libro me pareció insignificante y me disgustó profundamente. Un amigo mío, fan de Moorcock, me pedía que le cediese el ejemplar, pues ya por entonces los libros de la colección “Fantasy” de Martínez Roca estaban descatalogados (hoy alcanzan cifras abusivas en las librerías de segunda mano y son muy buscados por los aficionados). Sin embargo, me gustaba tanto la ilustración de la portada que nunca fui capaz de regalar el libro (ya me había arrepentido de regalar algunos libros de mi propiedad en años pasados). Ahora me congratulo de esa indecisión mía y de haber retenido el volumen a pesar de que su lectura no colmó mis expectativas.
A pesar de todo, pasando los años, advertí que había imágenes de esa novelita que no abandonaban mi memoria y que me parecían raros hallazgos de inventiva: en especial no podía olvidarme de aquella extraña arma defensiva para una ciudad… el Espejo de los Recuerdos, el cual, enfocado hacia los atacantes desde el punto más alto de la ciudad, les privaba de memoria dejándolos indefensos y fuera de combate, con el cerebro tan vacío como el de un bebé… Y sobre todo recordaba el modo con el que Elric se abrió paso en la toma de la ciudad: por las calles avanzaron guerreros ciegos, combatientes que se guiaban por el sentido del oído, el olfato y la intuición, y seguidos por otros que portaban yelmos totalmente cerrados y sin visera. Qué idea y qué secuencia tan geniales, me dije…También quedó fija en mi memoria la aparición de Arioco, señor del Caos, invocado por Elric a través de un conjuro: en un principio, una mosca parece haberse colado en la estancia; luego, el insecto mira fijamente y de cerca al protagonista… se trata del bello demonio invocado, que opta por tomar formas cambiantes.
Cuando, bastantes años después, un capricho de horas bajas y paro forzoso me hizo abrir de nuevo el libraco, éste me entusiasmó y leí seguidamente otros del autor. Me dejé arrastrar confiadamente. Moorcock abundaba en invenciones y situaciones fantasiosas tan originales como las que me habían cautivado.

Es famoso el primer párrafo de esta breve novela donde suceden tantas cosas:

“Su carne es del color de una calavera blanqueada al sol y el largo cabello que le cae sobre los hombros es de un blanco lechoso. En su testa ahusada y hermosa destacan dos ojos sesgados, tristes y de color carmesí. Y de las amplias mangas de su blusón amarillo surgen dos manos delgadas, también del color del hueso, que descansan en los brazos de un trono esculpido en un único e inmenso rubí.
Los ojos carmesí muestran preocupación y, de vez en cuando, una mano se alza para tocar un yelmo ligero, colocado sobre la cabellera blanca, un yelmo fabricado con una aleación oscura y verdosa exquisitamente batida hasta darle la forma de un dragón a punto de emprender el vuelo. Y, en la mano que acaricia la corona con gesto ausente, luce un anillo con un raro solitario de piedra de Actorios cuyo corazón cambia a veces perezosamente y toma nuevas formas como si fuera humo dotado de conciencia, tan inquieto en su prisión diamantina como el joven albino en su Trono de Rubí. “




La fortaleza de la Perla (1989):“¿Existe un valeroso señor, engendrado por el destino, capaz de portar viejas armas, de ganar nuevos estados, y desgarrar las murallas que santifica el Tiempo, de arrasar antiguos templos como mentiras santificadas, de quebrar su orgullo, perder su amor, destruir su raza, su historia, su musa, y, tras renunciar a la paz en favor del esfuerzo, dejar sólo un cadáver que hasta las moscas rechazan?

Crónica de la Espada Negra”

La venganza de la Rosa (1991):
“Pero ahora tuvo que soportar su dolor y luchar contra su debilidad mientras el
dragón lo transportaba hacia la desagradable negrura situada más allá de la luna, y
un solo, prolongado y lento rayo plateado acuchilla la oscuridad, y un solo y agudo
retemblar de tormenta rompe el silencio de la noche, y el dragón hembra levanta
la cabeza, bate sus monstruosas alas y ruge un repentino desafío a esos
improbables elementos...
... Mientras, Elric aúlla las viejas y salvajes canciones de los señores del
Dragón, y se eleva, en una sensual simbiosis, con el gran reptil, para salir de la
noche y penetrar en la cegadora gloria de una tarde de verano.”


Stormbringer (Portadora de tormentas, 1965):“El antiguo fervor impío de los desaparecidos reyes de Melniboné se reflejó en los rostros de los dos parientes cuando se pusieron a cantar antiguas canciones de guerra y sus espadas gemelas se unieron a sus voces produciendo una turbadora melodía de destrucción y maldad. Con los labios entreabiertos, que revelaban los blancos dientes, los ojos carmesíes que brillaban con un ardor amenazante y el blanco cabello agitado por el viento abrasador, Elric levantó la espada hacia el cielo y volviéndose, se dirigió a sus compañeros:
— ¡Y ahora, amigos míos, veréis cómo los antiguos de Melniboné conquistaron al hombre y al demonio para gobernar el mundo durante diez mil años!
Moonglum pensó en aquel momento que Elric se merecía el apodo de Lobo que le habían puesto hacía mucho tiempo en el Oeste. Toda la fuerza del caos que llevaba dentro se había apoderado por completo de él. Supo que Elric ya no se sentía dividido en cuanto a sus lealtades, que en él no había ya ningún conflicto. La sangre de sus antepasados lo dominaba, y tenía el mismo aspecto que ellos debieron de haber tenido siglos antes cuando las demás razas de la humanidad huían de ellos, temerosas de su magnificencia y de su maldad. Dyvim Slorm parecía presa del mismo arrebato. Moonglum lanzó una sentida plegaria a los pocos dioses buenos que pudieran quedar en el universo para que Elric fuera su aliado y no su enemigo.”

Moorcock señaló en su momento que su personaje se encontraba en la misma línea tradicional del héroe-villano de corte byroniano. En efecto, el lector culto advertirá en la situación emocional de fondo del personaje (causante de la muerte de su amada, atormentado heredero de una vieja estirpe ante cuyo recuerdo se siente culpable y a la vez, contradictoriamente, en rebeldía) y en sus capacidades hechiceriles (con dominio sobre los espíritus de los elementos: aire, tierra, agua y fuego) que el modelo que se adivina detrás es el Manfred (1817) de Byron, y el de alguna otra obra del romántico inglés (Sardanápalo, 1821).
También resulta justificadamente famoso el visionario inicio de cada uno de los libros de la primera Trilogía de Corum Jaehlen Irsei:
“En aquellos días había océanos de luz, ciudades en el cielo y salvajes bestias voladoras de bronce. Había manadas de ganado carmesí que bramaban y eran más altas que castillos. Había cosas chillonas y repugnantes que infestaban ríos salvajes. Era un tiempo en que los dioses se manifestaban en nuestro mundo con todos sus atributos; un tiempo de gigantes que caminaban sobre el agua; de duendes sin mente y criaturas deformes que podían ser convocadas por un pensamiento mal calculado y que sólo podían ser alejadas con el dolor de algún terrible sacrificio; un tiempo de magia, fantasmas, naturaleza inestable, sueños frustrados, pesadillas corpóreas.
Era un tiempo rico y oscuro. El tiempo de los Señores de las Espadas. El tiempo en que los Vadhagh y los Nhadragh, enemigos seculares, se extinguían. El tiempo en que el Hombre, esclavo del miedo, emergía sin darse cuenta de que gran parte del terror que experimentaba era consecuencia simplemente de su nacimiento.”



Quienes afirman que todos los protagonistas de Moorcock están cortados por el mismo patrón y son intercambiables no parecen haber leído con atención las novelas. Corum es un servidor del Orden en la primera Trilogía, al contrario que Elric (vasallo de Arioco, uno de los Señores del Caos), y su carácter le muestra preferentemente bajo los rasgos de un ángel bueno, que se ofrece en repetidos sacrificios personales por la defensa de la raza humana en su segunda Trilogía. Se diferencia de Elric en que no abandona la confianza en un racionalismo de tono ilustrado y humanista, carece de la agresividad innata de Elric (la cual el albino no logra reprimir pese a intentarlo) y en que no es un buen combatiente. Me atrevería a decir que a Corum le define, al igual que decía de sí mismo Rimbaud asimilándose a sus antepasados galos, “la torpeza en la lucha”.
Segunda Trilogía:
“Y sólo cuando veían a Corum, pálido y pensativo, con la cabeza inclinada como si intentara captar una voz que sus oídos no lograban capturar, pensaban en la tragedia de aquellas historias y en los grandes corazones que se habían detenido para siempre sirviendo a su raza.
Y entonces los moradores de Caer Mahlod callaban y se entristecían, y comprendían la enormidad del sacrificio que el príncipe vadhagh llamado Corum de la Mano de Plata había hecho por su causa.”

(Continuará...)

domingo, 17 de enero de 2010

Tertulia de la Asociación Aragonesa de Escritores (en la Biblioteca de Aragón)

(El suelo por las nubes... ¿Quién se atreve a caminar por los cielos?)

El miércoles 20 de Enero tenemos a un poeta "eclipsado" como invitado especial: MIGUEL ÁNGEL LONGÁS, autor de El suelo por las nubes (publicado en la editorial de Nacho Escuín), y de otros libros como Fuego inédito, publicado en Huerga y Fierro o Escolios, de Prensas Universitarias de Zaragoza.

El mes pasado estuvo con nosotros Ignacio Escuín Borao, el osado y crucial editor de ECLIPSADOS y poeta él mismo, autor de Pop, Couleur, Habrá una vez un hombre libre y otros libros...

Los responsables de la web OCIOZERO.COM colgaron en su web un artículo dedicado al encuentro, con unas fotos que incluyo aquí:

(A la izquierda, Ignacio Escuín Borao)

El artículo puede leerse en el siguiente enlace e incluye un fragmento de la espléndida lectura de Ignacio: http://www.ociozero.com/12285/nacho-escuin-tertulia-poetica-en-zaragoza

Respecto a Miguel Ángel Longás, comentaros que El suelo por las nubes me parece uno de los mejores libros poéticos escrito por un autor de estas tierras y que se haya publicado en los últimos años. No os dejéis engañar por su puesta en página: los poemas están formados por endecasílabos purísimos no separados en tal página y con puntuación anulada.

"(...)

Pacto final sin el acuerdo mutuo de cielo e infierno pone fin sellado a las mareas de una mente humeante forzada a estar en la demencia lúcida"

(p. 28)

Os adjunto uno de los poemas de Escolios:

"Morada es la mansión de sibila que hospeda

a proscrito que libra batalla contra alada

osamenta esgrimiendo su dalle en el erebo

cuyo sesgo no imprime tras un perfil blindado

que álgido acero entierra en armazón siniestra"

(p. 66)

Poderosa epicidad concentrada en tan sólo este puñado de palabras, que parecen talladas a mandobles: "un perfil blindado / que álgido acero entierra en armazón siniestra". Qué envidia...


Fecha: miércoles, 20 de enero de 2010
Hora: 19:30
Lugar: Bilioteca de Aragón (c/ Docor Cerrada, Zaragoza)

Como siempre, promueven y coordinan estas tertulias los poetas:

Rosendo Tello
Emilio Quintanilla Buey
Ángel Sobreviela

miércoles, 13 de enero de 2010

Stefan George llegó con el Solsticio

(Ilustración de Fidus)
.
De los regalos que me aportó la última Navidad, destaca éste. Desde Argentina me llegó esta maravillosa edición de POEMAS de Stefan George. Una edición de 1959 (Ediciones Assandri) de la que no tenía noticia hasta pocos días antes de pedir el libro, único y dificilísimo de conseguir... ¡Y por 28 € , envío incluido! Conozco traducciones de George al francés, al italiano y al español, y ninguna es tan perfecta y tan ajustada tanto en la forma como en el significado de cada poema como ésta, debida a José Vicente Álvarez (traductor también de Hölderlin). No se ha publicado en español una edición semejante del poeta alemán. Aquí puede verse con exactitud y de forma completa cómo es la personalidad y la obra de George.
Así que gracias al librero Armando Vites, de Rosario (Argentina):
http://www.armandovites.com.ar/
Qué agradecidos estamos todos a determinados libreros... pero no tenemos con frecuencia esta oportunidad de mostrar la deuda que hemos contraído con ellos.
También habría que mencionar la Antología de George que Antonio Huerga publicó para Ediciones Libertarias.

Nunca he conocido a otro poeta que haya reverenciado tanto el Misterio como Stefan George. Sus poemas dejan en el ánimo una sensación indefinible. Cada uno de ellos abre una ventana que se enfrenta a una porción del infinito. Los significados y las resonancias de cada página se multiplican y prolongan en profundidad hasta las lejanías.
Salve al Maestro. ONORATE L'ALTISSIMO POETA

"No sabéis quién soy yo… pero escuchadme:
No empecé todavía la Palabra
y la Acción en el mundo que han de hacerme
un ser humano… se aproxima la hora
en que una nueva forma he de tomar.
Pero a pesar de las transformaciones
conservo intacta mi substancia. Nunca
seré como vosotros: Ya elegí.
Traedme, pues, los ramos para el culto
y las coronas de color violeta
trenzadas con las flores de los muertos…
Y presentad la llama pura: ¡Adiós!
Soy lo que quiero. Os dejo al separarnos
un don que nadie da si no es par mío:
El soplo que os infunda aliento y fuerzas,
el beso que os traspase y queme el alma. "
.
(De La Estrella de la Alianza, 1914)



viernes, 8 de enero de 2010

Michael Moorcock cumple 70 años ( III )

(67.
"A la orilla del mar se congregaban galeras antiguas, muy bajas, de varios colores claros que destacaban contra el azul casi negro de las aguas. Luego había una batalla."
Juan-Eduardo Cirlot, 88 sueños.
Ilustración de Rodney Matthews.)

(...)

Así ha continuado su carrera este extraño inglés, moviéndose en territorio de prestigios resbaladizos, pero escogiendo él mismo su propia trinchera; saltando de la literatura popular a la más consciente de sí misma, y de ella al rock y al cómic. Hasta llegar a los años 80, su obra no hubiera pasado de ser una brillante y original contribución a la literatura juvenil de aventuras (dejando aparte la serie de Cornelius). Pero a partir de obras como El perro de la guerra y el dolor del mundo, de 1981, sorprendente mezcla de lo fantástico con la novela histórica fielmente ambientada en la guerra de los treinta años, Moorccok va a cambiar de estilo. Porque es justamente su conciencia estilística la que se afina, abandonando la agilidad excesiva, la rapidez vertiginosa de prosa llana con la que nos guiaba hacia la aventura o la maravilla.
Surgen así las filigranas prerrafaelistas que son La fortaleza de la Perla (1989) y La venganza de la Rosa (1991), novelas coloristas donde bullen peregrinas alegorías y que fueron añadidas al ciclo de Elric de Melniboné. La prosa de Moorcock se torna compleja y alcanza una alta sutileza poética, al mismo tiempo que los escenarios se animan con una nueva vida simbolista. Las convenciones del género se diluyen y la imaginación del novelista descubre nuevos mundos dentro de sus mundos visionarios, y hace sentir al lector que en ellos todo es posible. De este modo, Michael Moorcock ha sabido reinventarse a sí mismo, haciendo surgir un nuevo escritor del cascarón del anterior.
Entre el 2000 y el 2005 se ha publicado en inglés una nueva trilogía de Elric (The Dreamthief's Daughter, The Skralling Tree y The White Wolf's Son), mientras que King of the City (publicada en el 2000 y secuela de Mother London, de 1988) o The Vengeance of Rome (2006) reinciden en la vena más realista del escritor.
Moorcock siempre fue muy consciente de escribir en la era de la imagen y de haber saltado a la fama en el apogeo del audiovisual, una época en que la atracción de los instintos más fantasiosos del público se orientaba más hacia los medios audiovisuales que hacia lo literario. La parte más extensa de su obra, la que le ha dado el lugar que ocupa en el género fantástico, posee la fluidez descriptiva y la escueta rapidez en la presentación de los hechos propias del cine o del cómic. Sólo a partir de esta década de los 80 surge el Moorcock más conscientemente estilista, con descripciones morosas y pausadas, argumentos enrevesados, tramas laberínticas y significados complejos. Pero no es éste el Moorcock que fascinó a los lectores en los 70 y dio a su autor la fama, aunque sí sea el más valioso. Él mismo se autodefine como heredero de una tradición victoriana, y su relación con el lector se basaría en estos parámetros ideales, a los que ejemplifica con el vínculo que unía a Dickens con su público. Estaríamos aquí ante un Dickens fundido con H.G. Wells y sobre todo con William Morris. Y ello a pesar de que, como él mismo también señala, las novelas de Cornelius sean deliberadamente posmodernas. Con esa herencia victoriana, al menos en lo que tenía de especial relación de los escritores con el lector, se identifica más que con la moderna de Joyce-Pound-Beckett, según sus propias palabras, donde es el lector quien ha de esforzarse por alcanzar al autor y aceptar sus difíciles reglas de juego; y de tal herencia decimonónica provendría también toda la rica carga prerrafaelista de su estética última. Lamentablemente, en España, la crítica literaria no ha detenido la atención en esta última fase de su escritura, y ha permanecido por estas latitudes la imagen del novelista que nos había proporcionado su éxito anterior. Y además de esto, al contrario que en Italia y en Francia, Moorcock nunca ha sido en el pasado un éxito rotundo de ventas en España.
A este respecto convendría llamar la atención sobre un punto. Uno de los aspectos más significativos del escritor británico y en el que sus admiradores (especialmente los anglosajones) apenas reparan, es que Michael Moorcock no sólo es un representante máximo de un género literario, sino que es a la vez la consciente parodia del mismo. En sus obras más conocidas (libros de Corum y de Elric) podemos advertir hasta qué punto juguetea con las expectativas y las poses habituales del fantástico, aun cuando más serios parecen la narración y los personajes puestos en juego. La fantasía llega a ser, de este modo, consciente y deliberadamente ridícula. Y en esto estriba su auténtica originalidad y no en sus universos paralelos, ni en la ambigüedad ética de sus enfrentamientos entre Ley y Caos, o en las intersecciones entre unas sagas y otras. A todo ello se une la irónica distancia respecto a sus propias creaciones que tanto en el interior de la obra como en su vida personal, en su faceta de editor, y en entrevistas y consideraciones críticas, ha sabido mantener Moorcock toda su vida.

José María Valverde comparó Orlando furioso, la obra de Ludovico Ariosto, con el cómic (donde cada octava real correspondería con una viñeta): así puso de manifiesto, sin apercibirse de ello, la cercanía de mucha cultura considerada popular con las fantasías manieristas de otros tiempos. Ya que éstas eran manieristas porque ya no surgían del mito, sino que lo evocaban juguetonamente a la vez que lo reelaboraban con nostalgia, precisamente como hizo Ariosto.
Desde una perspectiva literaria seria, Moorcock se nos presenta como un legítimo heredero de Ludovico Ariosto.

(Continuará...)



(Moorcock representado en ambiente victoriano por su amigo Jim Cawthorn. Parece el mismo William Morris...)





(Existe incluso un parecido físico con ARIOSTO, tal y como lo retrató Tiziano en este famoso lienzo.
"No... Plutarco no ha mentido. Y Ariosto, menos que nadie."
Ernst Jünger)