martes, 16 de febrero de 2010

Michael Moorcock cumple 70 años ( V, antología de textos y algunas vivencias )

Este que veis aquí arriba es Gaynor el Maldito, uno de los mejores personajes secundarios de su autor. Su ser ha quedado destruido por el Caos, no es ya sino una masa inestable que únicamente se sostiene blindada en su armadura, que es su andamiaje y su única forma corpórea. Su yelmo jamás se abre, sólo se atisban sus ojos tras el visor. Aparece por primera vez en los libros de Corum, y reaparece como todo un gran personaje narrativamente desarrollado en La venganza de la Rosa, donde acompaña a Elric en sus andanzas, aunque para pronto competir y enfrentarse con él. El príncipe de los condenados, como también se le denomina, es un ser atormentado que transita por los mundos invocando una muerte que no puede aniquilarle, sirve al Caos y al mismo tiempo lo cuestiona y se sabe su víctima. En las últimas novelas dedicadas al príncipe albino, aún no publicadas en España, Gaynor reaparece en pleno siglo XX como el mayor de las SS Gaynor Von Minct. Me encontré con el príncipe de los condenados por primera vez cuando era niño, (¡traumático encuentro!) en un cómic de “Conan el bárbaro” en el cual Elric y su mundo protagonizaban una aparición especial.

Ahora apenas albergo dudas de que Gaynor, aparecido por primera vez en público en 1971, es el modelo directo de Darth Vader (1ª aparición pública en 1977). En esta genial viñeta de Barry Windsor Smith se presentaba al personaje. Se nos muestra encajado, atrapado entre las exclamaciones de aquellos a quienes ataca, el bocadillo con sus propias palabras, el revuelo de su pesada capa, la maza que empuña, y una sección de su escudo donde exhibe las ocho flechas divergentes que son el emblema del Caos.

A la novela La venganza de la Rosa (1991) pertenece este hermoso pasaje sobre Gaynor:

“Sólo las hendiduras del visor aliviaban la suavidad del fulgurante acero, que parecía contener materia viva justo por debajo de su pulida superficie, una materia que fluía, se agitaba y parecía amenazadora.
Desde las hendiduras miraban un par de ojos que desplegaban un dolor colérico
que Elric conocía muy bien. No pudo identificar una sensación de estrecha
afinidad con el hombre cuando éste se acercó al fuego y tendió hacia las llamas
las manos enfundadas en guanteletes. La luz de la hoguera captó el metal y una
vez más sugirió que algo vivo había en él, atrapado dentro de él, como una
energía enorme, tan poderosa que se la podía observar a través del acero. Y, sin
embargo, los dedos se flexionaban y extendían como dedos de carne que se
calentaban y recuperaban la circulación, y el suspiro del extraño sólo expresó el
más simple de los consuelos.”


La viñeta que encabeza el presente post me lleva a recordar a los grandes dibujantes que han trasladado al cómic a los personajes de Moorcock: Philip Craig Russell (Elric), Mike Mignola (Corum) o Moebius (Jerry Cornelius).
Actualmente, Moorcock continúa en contacto y en colaboración con amigos suyos del mundo del cómic bien conocidos en España: Neil Gaiman, Alan Moore o Walter Simonson.

(Fantasy y Art decó: la adapatación al cómic de Elric de Melniboné por Philip Craig Russell)

Pese al éxito de las adaptaciones al cómic, la obra del novelista británico no ha tenido tanta suerte a la hora de alcanzar las pantallas cinematográficas. La anunciada adaptación de Elric al cine, producida por la Universal y que iba a ser protagonizada por Paul Bettany (muy acertada elección) se retrasa siempre. Esperemos que si el proyecto se pone de nuevo en marcha, al menos se elija a alguien del estilo de John McTiernan para la dirección.
A pesar de todo, se realizó una película en 1973 basada en El programa final, la primera novela de Jerry Cornelius. Nunca se ha visto en España, y por lo visto fue un fracaso pese a los buenos propósitos de sus productores, quienes contrataron para protagonizarla a Sterling Hayden, Patrick Magee, Hugh Griffith y a Jon Finch para encarnar a Jerry Cornelius (recordaréis a este actor como protagonista del Frenesí de Hitchcock y el Macbeth de Polanski). Atención a la pistola disparadora de agujas (todo un testimonio de época) y a las uñas pintadas de negro de Jerry:


http://www.youtube.com/watch?v=NKNrL3sRV4o



Fragmentos de la novela El programa final (dedicados a L.D.):


“Ritmos de música beat inundaban el Cadillac convertible mientras Jerry Cornelius enfilaba hacia la costa de Kent: Zoot Money, los Who, los Moody Blues, los Beatles, Manfred Mann y The Animals. En el aparato empotrado, Jerry sólo tocaba lo mejor."

“A mitad de camino se detuvo en un quiosco de periódicos y se compró dos Barras Marte, dos tazas de café negro fuerte, y una o dos libras de papel impreso rotulado NOTICIAS, COMERCIO, ENTRETENIMIENTOS, ARTE, POP, AUTOMOVILISMO, SUPLEMENTO CÓMICO, SUPLEMENTO EN COLORES, SUPLEMENTO LITERARIO, y SUPLEMENTO TURÍSTICO. La sección noticias tenía una sola página y las noticias eran breves, lacónicas, sin interpretaciones. Jerry no las leyó. En realidad no leyó nada más que el suplemento cómico. En cambio había mucho para mirar. En estos tiempos los medios de comunicación recurrían cada vez más a las imágenes. Jerry estaba bien provisto.
Comió las golosinas, se bebió el café, dobló las secciones y las dejó sobre la mesa, a guisa de propina. Luego volvió al auto para seguir viaje a Blackheath.
Fuera de las pastillas y los dulces, Jerry no había comido nada en casi toda una semana.
Había comprobado que no necesitaba comer mucho, y que podía vivir perfectamente de la energía vital de los otros, aunque esto era agotador para ellos, claro está. No tenía amistades duraderas y Catherine era la única persona de quien no se había alimentado. Se había complacido, al contrario, en alimentarla cada vez que ella se sentía débil con una parte de la vitalidad que él mismo robaba. A Catherine no le gustaba mucho que lo hiciera, pero lo necesitaría cuando él la sacara por fin de aquella casa y la devolviera a la normalidad, si conseguía devolverla a la normalidad.
Lo que haría ciertamente cuando tomase la casa por asalto sería matar a Frank. La aguja última de Frank, la excitación última que Frank aún estaba buscando, partiría de la pistola de Jerry.“

“Abiólogos (3), Acarólogo (1), Acólogos (2), Acrólogo (1), Adenólogos (5), Aletiólogo (1), Alquimista (1), Anatripsólogo (1), Andrólogos (10), Antibiólogos (10), Angiólogos (4), Anorganólogos (3), Antropólogos (4), Antropomorfólogo (1), Arcólogos (6), Areólogos (2), Artrólogos (4), Astenólogos (2), Astrolitólogo (1), Astrólogos (7), Astrometeorólogo (1), Atmológos (2), Audiólogo (1), Auxólogos (6).
—Su lista de necesidades— Jerry estudió las páginas. Había veintiséis categorías, una por cada letra del alfabeto.
—He completado la mayoría —dijo la señorita Brunner—. Me enteré de la fiesta por un histólogo que contraté; un colega de él había estado aquí.
—Así que vino a completar la lista. Menuda arca la que se está construyendo, por añadidura. La señorita Brunner puso cara de éxtasis.
—No el arca... ¡el diluvio!”

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Todos los fragmentos aquí citados pertenecen a las conocidas ediciones españolas de Moorcock, es decir, las de Martínez Roca y las de Edhasa (para los ciclos de Elric y Corum) y de Minotauro (para Jerry Cornelius). Michael Moorcock nunca ha tenido suerte en su publicación y difusión en España. Sus libros editados en la editorial Martínez Roca han sido inencontrables durante años. Por fortuna, Edhasa ha retomado los libros de Elric en una bellísima edición.

Luis Alberto de Cuenca es el principal valedor de Moorcock en España, y nunca ha perdido ocasión para reivindicarlo y recomendar su lectura. Aquí le vemos, junto a León Arsenal, en la presentación de Las crónicas de Elric, el emperador albino publicadas en Edhasa:

http://www.youtube.com/watch?v=ntXi15gaoG0

Aquí cerramos esta serie de artículos dedicados al novelista inglés por su 70 cumpleaños.
"Con Moorcock vuelve Homero, para mayor escarnio de pedagogos y seres racionales"
Luis Alberto de Cuenca


3 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias por este homenaje a Moorcock.

Ángel Sobreviela dijo...

Gracias a ti por tu lectura, Víctor.

Unknown dijo...

Estupendo artículo y homenaje para el grandísimo Moorcock