En estas líneas trazaré una lectura del libro de Ernst Jünger La emboscadura, uno de sus ensayos más importantes y así mismo uno de los puntales de su pensamiento. Será un texto duro, pero necesario.
La edición utilizada es LA EMBOSCADURA, traducción de Andrés Sánchez Pascual, Tusquets editores, 2002.
Las citas de libros remitirán a una bibliografía exhaustiva que será incluida al final del artículo completo.
___________
Resulta asombroso todavía el afán puesto en desconocer conscientemente a un escritor. Existe una forma de desconocimiento que no es la del olvido o la indiferencia, sino la de la tergiversación o bien la del permanente propósito de no querer ver lo que los textos dicen y son. Es algo cercano a cuanto la izquierda anticapitalista, la más consecuente consigo misma, denomina “desinformación” en su propaganda.
En ocasiones, un autor debe ser defendido no de quienes le son adversos, sino de sus propios admiradores. Es lo que sucede con Ernst Jünger, cuya pléyade de exégetas y rendidos adeptos, provenientes en España fundamentalmente del entorno académico y universitario, tejen desde hace tiempo (con raras excepciones) una red de discursos cruzados laudatorios que más bien tiende a ocultar la real significación de su obra.
Soy de la opinión de que hay que enfrentarse con los trabajos intelectuales y con la trayectoria de un escritor de forma valiente, aceptándolo tal y como es sin buscar coartadas atenuantes para hacerlo más digerible ni intentar blanquearlo para que encaje en un discurso y pensamiento que quizás le sean ajenos.
De la deliberada incomprensión en torno a este libro y a la mayor parte de la obra del maestro alemán no queda libre ni siquiera quien ha podido ser considerado hasta años recientes como su traductor oficial, me refiero a Andrés Sánchez Pascual, a quien se debe por otra parte la excelente traducción de La Emboscadura aquí utilizada. Pero algunas de las traducciones de Sánchez Pascual vienen con la propina de sus propios prólogos a las obras de Jünger por él trabajadas. Una aportación interpretativa más que discutible, si bien nada hay que objetarle a Sánchez Pascual como traductor, durante un tiempo de Nitezsche, después de Jünger.
José Luis Molinuevo, uno de los más rigurosos y valientes comentaristas del escritor de Heidelberg con el que podemos contar en España, tampoco acierta en un nivel de profundidad al abordar el ensayo La Emboscadura, (dentro del repaso cronológico a la obra del alemán que supone su libro “La estética de lo originario en Jünger”). No demuestra una comprensión cabal y completa de todas las derivaciones y consecuencias del concepto “emboscadura” expuestas en el libro de Jünger, e incluso cae en el error de considerar esta figura del emboscado como asimilable a la del anarca. Más adelante abundaremos en esta diferenciación capital que debe realizarse al considerar las dos figuras.
He leído recientemente un libro que se me había pasado por alto: “Ernst Jünger y sus pronósticos del Tercer Milenio”. Se lo debo a un compañero de un curso de doctorado que he realizado recientemente. Es en esta lectura donde una vez más me encuentro con una incomprensión que no puede ser sino deliberada. Varios de los ensayos recogidos en el libro, editado por la Universidad Complutense, son relevantes en varios aspectos referidos a la obra jüngueriana, pero la ceguera consciente hacia muchas de las piedras angulares de sus análisis y propuestas de pensamiento, debe ser cuestionada. El libro La emboscadura, de 1951, es una de las obras más citadas en el volumen, y constantemente se reitera la misma errónea apreciación del mismo. Un extremo de todo esto se advierte en la fácil e injustificada identificación de la figura del emboscado con la del anarca, expuesta por Jünger en su novela “Eumeswil”, de 1977. Algunos autores llegan a concluir sus razonamientos con la rara idea de que ambas figuras son una misma. Ni siquiera se preguntan sobre las razones de fondo que explicarían que una de estas figuras jünguerianas sea presentada en un ensayo y la otra en una novela, y esto es muy grave desde el punto de vista de la metodología literaria; y no sólo literaria, sino exegética en el sentido más amplio dentro del dominio de las palabras escritas, contando también con el texto filosófico. Dicha distinción genérica no es secundaria, si bien sería tema de otra exposición y comentario.
El pensamiento de Jünger, como es sabido, se articula en torno a la aparición y descripción fenomenológica de las diversas encarnaciones adoptadas por el concepto de “Figura” (Gestalt). De estas figuras, las principales serían, en los siglos XX y XXI, las del Soldado, el Trabajador, el Emboscado y el Anarca.
La emboscadura, el proceso y acto de la voluntad por el que la personalidad aislada se convierte en emboscado no es, pese a los comentarios desorientadores de los paladines académicos del autor, un estado de vida contemplativa, teorética y de cómodo exilio interior. No es una resistencia pasiva al poder desde posiciones éticas ni un desapego escéptico. La Emboscadura es un libro que surge como consecuencia de un nuevo período de postguerra que al autor le toca experimentar y observar, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y como tal libro postbélico y ensayo reactivo ante una situación de conmoción personal vinculada a un trastorno histórico, enlaza directamente en más de un aspecto con la obra de Jünger surgida en la anterior postguerra, en el período cubierto entre 1919 y 1933. Esa parte de la obra del escritor permanece demasiado desconocida en España y en Francia, los dos focos principales de la consagración de Jünger como autor de referencia del siglo XX, y La Emboscadura es justamente el trabajo más próximo a aquella lejana-cercana producción. Salvo algunos escritos muy concretos, como La movilización total, o los breves ensayos referentes a la técnica fotográfica y los métodos de nueva comprensión objetiva de la realidad social de guerra y postguerra (enlazados con las ideas de la “Neue Sachlichkeit”, “Nueva objetividad”), en nuestro país toda esta producción queda en la sombra para la mayor parte de lectores. En Italia en cambio, estos escritos juveniles de Jünger han aparecido en su integridad bajo el título “Scritti politici e di guerra”, en tres tomos.
La Emboscadura es un texto marcial, tal y como un crítico francés de izquierdas y antijüngeriano, Michel Vanoosthuyse, ha definido la primera versión (1929) de El corazón aventurero. El libro que aquí nos ocupa es en efecto un texto marcial, aunque ya no sea militarista, como en cambio sí lo eran aún los escritos de la anterior postguerra. Se trata de una obra colmada de una contenida agresividad que busca unas formas de expresión muy diferentes a las de los artículos y ensayos breves de los años 20 y comienzos de los 30: precisamente la forma de expresión “emboscada”. Y es que el sentido de ocultación y camuflaje, latente en el término clave parece no querer ser visto (cumpliendo más allá de lo necesario, irónicamente, su cometido) por parte de los rendidos admiradores liberal-conservadores del escritor alemán. A este respecto, el autor confiesa hacia el final de la obra este punto espinoso: “El modo en que llevan eso a cabo es una cuestión de la resistencia, la cual no necesita ser siempre franca. Exigir tal cosa es (…) entregar a los tiranos la lista de nombres” (cap.30, p.149).
La edición utilizada es LA EMBOSCADURA, traducción de Andrés Sánchez Pascual, Tusquets editores, 2002.
Las citas de libros remitirán a una bibliografía exhaustiva que será incluida al final del artículo completo.
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Resulta asombroso todavía el afán puesto en desconocer conscientemente a un escritor. Existe una forma de desconocimiento que no es la del olvido o la indiferencia, sino la de la tergiversación o bien la del permanente propósito de no querer ver lo que los textos dicen y son. Es algo cercano a cuanto la izquierda anticapitalista, la más consecuente consigo misma, denomina “desinformación” en su propaganda.
En ocasiones, un autor debe ser defendido no de quienes le son adversos, sino de sus propios admiradores. Es lo que sucede con Ernst Jünger, cuya pléyade de exégetas y rendidos adeptos, provenientes en España fundamentalmente del entorno académico y universitario, tejen desde hace tiempo (con raras excepciones) una red de discursos cruzados laudatorios que más bien tiende a ocultar la real significación de su obra.
Soy de la opinión de que hay que enfrentarse con los trabajos intelectuales y con la trayectoria de un escritor de forma valiente, aceptándolo tal y como es sin buscar coartadas atenuantes para hacerlo más digerible ni intentar blanquearlo para que encaje en un discurso y pensamiento que quizás le sean ajenos.
De la deliberada incomprensión en torno a este libro y a la mayor parte de la obra del maestro alemán no queda libre ni siquiera quien ha podido ser considerado hasta años recientes como su traductor oficial, me refiero a Andrés Sánchez Pascual, a quien se debe por otra parte la excelente traducción de La Emboscadura aquí utilizada. Pero algunas de las traducciones de Sánchez Pascual vienen con la propina de sus propios prólogos a las obras de Jünger por él trabajadas. Una aportación interpretativa más que discutible, si bien nada hay que objetarle a Sánchez Pascual como traductor, durante un tiempo de Nitezsche, después de Jünger.
José Luis Molinuevo, uno de los más rigurosos y valientes comentaristas del escritor de Heidelberg con el que podemos contar en España, tampoco acierta en un nivel de profundidad al abordar el ensayo La Emboscadura, (dentro del repaso cronológico a la obra del alemán que supone su libro “La estética de lo originario en Jünger”). No demuestra una comprensión cabal y completa de todas las derivaciones y consecuencias del concepto “emboscadura” expuestas en el libro de Jünger, e incluso cae en el error de considerar esta figura del emboscado como asimilable a la del anarca. Más adelante abundaremos en esta diferenciación capital que debe realizarse al considerar las dos figuras.
He leído recientemente un libro que se me había pasado por alto: “Ernst Jünger y sus pronósticos del Tercer Milenio”. Se lo debo a un compañero de un curso de doctorado que he realizado recientemente. Es en esta lectura donde una vez más me encuentro con una incomprensión que no puede ser sino deliberada. Varios de los ensayos recogidos en el libro, editado por la Universidad Complutense, son relevantes en varios aspectos referidos a la obra jüngueriana, pero la ceguera consciente hacia muchas de las piedras angulares de sus análisis y propuestas de pensamiento, debe ser cuestionada. El libro La emboscadura, de 1951, es una de las obras más citadas en el volumen, y constantemente se reitera la misma errónea apreciación del mismo. Un extremo de todo esto se advierte en la fácil e injustificada identificación de la figura del emboscado con la del anarca, expuesta por Jünger en su novela “Eumeswil”, de 1977. Algunos autores llegan a concluir sus razonamientos con la rara idea de que ambas figuras son una misma. Ni siquiera se preguntan sobre las razones de fondo que explicarían que una de estas figuras jünguerianas sea presentada en un ensayo y la otra en una novela, y esto es muy grave desde el punto de vista de la metodología literaria; y no sólo literaria, sino exegética en el sentido más amplio dentro del dominio de las palabras escritas, contando también con el texto filosófico. Dicha distinción genérica no es secundaria, si bien sería tema de otra exposición y comentario.
El pensamiento de Jünger, como es sabido, se articula en torno a la aparición y descripción fenomenológica de las diversas encarnaciones adoptadas por el concepto de “Figura” (Gestalt). De estas figuras, las principales serían, en los siglos XX y XXI, las del Soldado, el Trabajador, el Emboscado y el Anarca.
La emboscadura, el proceso y acto de la voluntad por el que la personalidad aislada se convierte en emboscado no es, pese a los comentarios desorientadores de los paladines académicos del autor, un estado de vida contemplativa, teorética y de cómodo exilio interior. No es una resistencia pasiva al poder desde posiciones éticas ni un desapego escéptico. La Emboscadura es un libro que surge como consecuencia de un nuevo período de postguerra que al autor le toca experimentar y observar, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y como tal libro postbélico y ensayo reactivo ante una situación de conmoción personal vinculada a un trastorno histórico, enlaza directamente en más de un aspecto con la obra de Jünger surgida en la anterior postguerra, en el período cubierto entre 1919 y 1933. Esa parte de la obra del escritor permanece demasiado desconocida en España y en Francia, los dos focos principales de la consagración de Jünger como autor de referencia del siglo XX, y La Emboscadura es justamente el trabajo más próximo a aquella lejana-cercana producción. Salvo algunos escritos muy concretos, como La movilización total, o los breves ensayos referentes a la técnica fotográfica y los métodos de nueva comprensión objetiva de la realidad social de guerra y postguerra (enlazados con las ideas de la “Neue Sachlichkeit”, “Nueva objetividad”), en nuestro país toda esta producción queda en la sombra para la mayor parte de lectores. En Italia en cambio, estos escritos juveniles de Jünger han aparecido en su integridad bajo el título “Scritti politici e di guerra”, en tres tomos.
La Emboscadura es un texto marcial, tal y como un crítico francés de izquierdas y antijüngeriano, Michel Vanoosthuyse, ha definido la primera versión (1929) de El corazón aventurero. El libro que aquí nos ocupa es en efecto un texto marcial, aunque ya no sea militarista, como en cambio sí lo eran aún los escritos de la anterior postguerra. Se trata de una obra colmada de una contenida agresividad que busca unas formas de expresión muy diferentes a las de los artículos y ensayos breves de los años 20 y comienzos de los 30: precisamente la forma de expresión “emboscada”. Y es que el sentido de ocultación y camuflaje, latente en el término clave parece no querer ser visto (cumpliendo más allá de lo necesario, irónicamente, su cometido) por parte de los rendidos admiradores liberal-conservadores del escritor alemán. A este respecto, el autor confiesa hacia el final de la obra este punto espinoso: “El modo en que llevan eso a cabo es una cuestión de la resistencia, la cual no necesita ser siempre franca. Exigir tal cosa es (…) entregar a los tiranos la lista de nombres” (cap.30, p.149).
(Continuará...)
9 comentarios:
Enhorabuena por la reseña. Casualmente me enfrenté no hace mucho a la lectura de esta obra, a la que llegué vía Antonio Escohotado, quien hace continuas referencias a ella en su obra "El espíritu de la comedia", que por mi parte recomiendo encarecidamente. No sé cuál es tu opinión al respecto sobre la lectura que Escohotado hace de Jünger. Personalmente considero que sería su más fiel discípulo entre nosotros, pero, francamente, mis lecturas al respecto no son las suficientes como para poder valorarlo.
En cualquier caso, la emboscadura de Jünger es, desde mi punto de vista, la única escapatoria real del mundo en el que nos ha tocado vivir y, como bien sabéis algunos, se ha convertido en mi opción personal.
Reitero la enhorabuena, Ángel.
Gracias por tu inteligencia.
Gracias,Carlos.
Me temo que la visión que tiene Escohotado de Jünger no coincide con la mía. Yo creo que él ha llegado a Jünger más bien a través del libro "Acercamientos", y no precisamente de "La emboscadura"... tú ya me entiendes...
Bueno, ya te decía que no soy quién para juzgar; pero gracias por la opinión.
En el libro "Acercamientos" Jünger trata el tema de las drogas. Su interés por el tema y sus propias experiencias alucinógenas son casi mistéricas e iniciáticas, alejadas de nociones frívolas.
Para Jünger la droga no es diversión, sino otro posible campo de maniobras para el espíritu.
Soy el escritor argentino Juan Pablo Vitali. Te dejo mi blog http://juanpablovitali.blogia.com/
Buenos Aires está llena de los fantasmas del exilio. De ellos venimos y hacia ellos vamos.
Podemos compartirlos, pero son grises y nostálgicos, aunque casi nunca se vuelven agresivos con los amigos. También los compartieron Jünger y Borges en su charla, no sería malo seguir su camino.
Gracias por leer este blog, Juan Pablo. Esos espíritus de los que hablas son emboscados de excepción. Sin duda que comienzan a caminar por el arranque de una calle y, al llegar a su final, esa misma calle es la de otra ciudad, tal vez al otro lado del mundo.
La Ciudad de los Césares de vuestra leyenda está también en todas partes, eso ya lo sabes.
Saludos emboscados.
Estimado Señor Sobreviela: He leído con detenimiento y muchas veces su reflexión sobre Jünger. Me parece que tiene usted aquí material para un pequeño pero crucial libro sobre este autor. Veo que esta entrada es del 2009. Espero que siga activo su blog y quisiera saber si estas entradas sobre Jünger redundaron en un libro o no. Quiero hacerle llegar en forma de libro esto a algunos de mis estudiantes. Además me interesa el resto de su trabajo pero no he podido acceder en Amazon a ninguno de sus trabajos (ni los he encontrado en Madrid, ciudad que visito con frecuencia). Nada, si puede ayudarme con esto se lo agradeceré. Solo una nota sobre su escrito. Usted dice que aunque Jünger no apoyó a Hitler no dejo de defender o estar dispuesto a defender su Patria. Creo que se oiría mejor decir que Jünger no apoyó a Knievolo precisamente por eso.
saludos
Luis Pérez
Universidad de Puerto Rico
Muchas gracias por su comentario, Luis. Le diré que este artículo en varias partes sobre "La emboscadura" es lo más extenso que he escrito sobre Jünger. Sobre mi blog puse un lacre de silencio hace ya tiempo, como se puede ver en la última entrada. Para sus alumnos, más que cualquier cosa que yo haya escrito a vuelapluma en mi blog o en otro sitio le recomiendo los trabajos de gente como José Luis Molinuevo, quien habla sobre Jünger con más propiedad y acierto de lo que sin duda pueda hacer yo. Le recomiendo su libro "La estética de lo originario en Jünger", publicado en Tecnos (aunque discrepo en algún punto: para mí las figuras del Emboscado y del Anarca son diferentes).
Respecto a mis libros, pues no sé qué decirle... Póngase en contacto directo con las editoriales (Huerga y Fierro por ejemplo) que le harán llegar ejemplares. Creo que sólo uno de mis libros está agotado.
Saludos y gracias de nuevo.
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