(Retrato de Carmen Aliaga con el Pilar y excavadora. Pinchar en la imagen para ampliar.)
Carmen Aliaga es otra de esas personalidades poéticas, extrañas y fosforescentes, que como un fuego fatuo travieso, se mueven por los laberínticos caminos de la Caesaraugusta poética de los últimos años.
Su libro CAFÉ VAN GOGH, publicado en el 2006 por la editorial “La Fragua del Trovador” es una de esas joyas que van circulando entre los aficionados nativos, y proliferando calladamente en muchas estanterías de los lectores de poesía de esta ciudad, la cual gusta de desconocerse a sí misma y extraviar a sus creadores hurtándolos del encuentro de unos con otros.
La labor de Carmen Aliaga ni empezó ni se detuvo allí. Ya un poco antes había comenzado a recitar tanto poemas suyos como de autores clásicos y contemporáneos en diversos eventos y circunstancias, cosa que sigue haciendo. Sus habilidades en el control de la voz, y de la proyección rítmica de la palabra leída en voz alta, son cada vez más mencionados y reconocidos, por lo que es reclamada como rapsoda por diversas gentes. Hace poco, participó recitando en el aniversario de “Lola editorial” invitada por Manuel Forega, y también ha hecho resonar “La Campana de los Perdidos” de la calle Prudencio, invitada por poetas que saben cómo hacer que sus poemas suenen mejor que nunca.
Más allá de los milagros, glorias o desventuras de los métodos de trabajo seguidos por los distribuidores de libros, el nombre de Carmen Aliaga halla eco gracias a Internet y al blog que comanda con gran éxito de seguidores y donde, desde hace tiempo, voy insertando mis comentarios y mi asombro ante sus poemas (http://palabraspoemasdelirios.blogspot.com/). Aquí engasto alguno de ellos junto con mis particularísimas exégesis.
PRETÉRITO
Se empaparon mis manos,
mis circulares ojos
en la tinta de cuentos
y tebeos baratos.
Quedaron acuarelas,
lápices y dibujos
detrás de la mantilla
y las gafas de la abuela.
Se pusieron los sueños
redondos y ligeros
a jugar con el polvo
y el techo del granero.
Dejé la bicicleta de las ruedas gastadas
y me lleve las letras
pegadas como arañas
entre los ocho nidos abiertos de mis dedos.
MI COMENTARIO:
Este poema no consiste en una enumeración de recuerdos, sino que basa su esencia en la naturaleza misma de la memoria y nos enseña cómo recordar. Describe una línea con forma de parábola. De la inmersión del primer verso, “se empaparon mis manos”, hacia un progresivo desapego y distancia, que sin embargo da testimonio del efecto y de la pervivencia del primer gesto enunciado.
La primera estrofa se sumerge en una sustancia viscosa y extraña, con el gesto de empapar las manos en esa misteriosa tinta no sujeta a concreción: imágenes, papeles difusos de cuentos y publicaciones infantiles… La segunda estrofa descubre para el lector, con mirada de niño, la realidad del mundo: la nitidez y el peso de los objetos, domésticos, humildes, dotados de una existencia propia conmovedoramente despegada de lo humano pero conservando su íntima vinculación con los seres: “las gafas de la abuela”.
De ahí pasamos al despertar de una imaginación y una voluntad que queda estrechamente ligada a esa realidad del mundo: los sueños que juegan con el polvo del granero… la conciencia de existir, de poseer la vida que se proyecta hacia el futuro y el saber que se proviene de un lugar determinado, que se ha brotado de la vida y atmósferas de otros seres vivos muy concretos.
En la última estrofa la infancia, emblematizada en la bicicleta, es finalmente abandonada al mismo tiempo en que se deja constancia de la persistencia de la memoria: la impregnación del pasado, que se lleva enredada entre los dedos. La última palabra del último verso enlaza así con la última palabra del primero: manos-dedos. La vida es así aferrada, en tan sólo 16 versos inmejorables, tras pasar y acariciar nuestras manos tendidas y abiertas.
Definición precisa. Exposición nítida y sencilla como cada uno de los planos de un pequeño diamante perfectamente cincelado. Uno de los mejores poemas de Carmen Aliaga.
_____________________________
"Nothing will die; All Things will change
Trough eternity"
Alfred Tennyson
("Nada morirá
todas las cosas se transformarán
a través de la eternidad")
Mira de frente la muerte del otro
y a través del otro
la tuya propia.
Reclina tu cara tibia
junto a la fría cristalera rectangular,
la que guarda la cera de la vela,
la palidez del cuerpo amortajado
y ese viento que mueve las cintas y los pétalos
de la corona última.
Acerca tu oído al silencio de los fallecidos
para escuchar esa voz que reclama:
"Apoya entre las hojas tu propio peso,
tu pensamiento,
tu voluntad.
Empuña la espada de tu pluma viva
para que brote la tinta sobre la tierra,
sobre el papel que vuela,
sobre el hermano que escucha
y sobre el enemigo"
MI COMENTARIO:
Si un poema arranca con una exhortación, el lector entra a formar parte del discurso poético, su materia lo ensarta como una lanza. Si el poema reincide en implicar al lector, estamos ante una urgencia que no sólo nos es reclamada sino que acucia al mismo autor, y así lo atisbamos en un rápido vistazo hacia la figura de aquél que nos apresura el paso. “Mira… Reclina… Acerca… Apoya… Empuña…” así comienza cada exhalación, cada impulso de esta arenga, de esta “piccola orazione”, como la de Ulises a sus compañeros según se la hizo clamar Dante desde la llama bífida.
Y aquí hay algo más: las dos voces con las que el parlamento toma relevo… tras las sensaciones táctiles de la segunda estrofa, después de sentirnos tibios aún frente a un cristal frío que nos protege del ausente, o al ausente de nosotros. La palidez cérea de la carne amortajada, la cérea presencia erguida de la vela, se conjugan con fisicidad aterradora. Sólo un “viento” que adivinamos como el del aire acondicionado obliga a ondear a los estandartes de la última (¿y definitiva?) triunfadora. Pues ¿de quién es esa “corona última” que pesa en todo un verso? ¿Es el triunfo y meta de la vida ascender a ese podio donde nos exhibimos horizontales?
La respuesta se halla en la competición que prosigue en la última estrofa: por tanto empuñad cálamos y arados, trazad vuestra escritura propia, pues las páginas emprenden el vuelo, como dice Carmen Aliaga… o la segunda voz, la bala en la recámara que ella nos reserva. También Tennyson confrontó dos poemas antagónicos en su juventud, y uno tras otro, página contra página los dio a la imprenta: “All Things Will Die” (“Todo morirá”), y “Nothing will die” (“Nada morirá”).
_________________________
De propina, os dejo este poema de la antología CAFÉ VAN GOGH, liberándoos de mis plúmbeos análisis pero reclamando vuestra atención para este libro. Si el librero no dispone de él, se pide y la distribución os lo aproxima con rapidez, gracias a que la editorial es aragonesa. Este poema es un sorprendente epítome de la vida de una mujer. Buona lettura!
Los cuentos, los cuentos,
las hadas, los dictados,
los dibujos, las ceras,
los abrazos de talco,
Los globos, las risas,
el río, los payasos,
el sol, las volteretas,
el parque, los guijarros,
La caricia más fuerte,
el beso más extraño,
despedida en la sábana,
quizá no nos veamos,
Los muebles, las casas,
el sí quiero del blanco,
los temblores, las náuseas,
el balancín, los partos,
La rutina, el cansancio
algún remordimiento
los huesos doloridos
y los cuentos, los cuentos.
